¡Madre mía lo que cuesta hoy en día encontrar un alimento natural!, y es que aunque parezca una bobada, cada día estamos más rodeados de alimentos procesados y ultraprocesados. Si echamos la vista atrás, hace 50 años no existía nada de lo que hoy estamos rodeados. Los producto eran naturales, el jamón era jamón, el pan era de verdad y se hacía con productos naturales, no existía la bollería industrial, y las pastas las hacían las monjas de clausura (mira, hay algo que a día de hoy se sigue manteniendo).
Hay que analizar el por qué de esta nueva vertiente de alimentos procesados y ultraprocesados, y comenzaremos por su definición. Un alimento procesado consiste en la modificación en dicho alimento antes de que esté disponible para su consumo final. En cambio, un alimento ultraprocesado va más allá porque es aquel alimento que prácticamente dejó de ser alimento para convertirse en un producto totalmente transformado de su versión natural (si es que alguna vez tuvo esa versión). Tampoco es que ahora metamos en el equipo de los malos a los procesados y ultraprocesados, lo que tenemos que tener en cuenta es su consumo. Por ejemplo, un alimento procesado sería cualquier legumbre en bote, o incluso unas verduras congeladas. Su estado original no es ese y se les ha añadido algo o algún proceso para su conservación…¿son poco recomendables? No, simplemente que no son naturales como tal, no es una zanahoria que podríamos comprar en la frutería, simplemente que la zanahoria se ha congelado para su posterior consumo con una conservación.
Con estos datos, podemos llegar a la conclusión que todo depende del grado del procesado del propio alimento. Cierto es que hay alimentos tan procesados que prácticamente no tienen nada que ver con su “alimento original o natural”. Lógicamente aquí tenemos un pequeño debate porque entra la tesitura si se les puede llamar “alimentos” cuando nada tienen que ver con el origen.
Muchas veces son por conservación y otras veces por motivos económicos, y es que hay productos que no llegan ni al 50% de carne del producto que sea (por ejemplo, se ve mucho en el pavo cocido que se vende en blisters), siendo el otro 50% de los ingredientes, agua, sal, leche en polvo, proteína de soja, fécula de patata, lactosa, azúcares y todos los estabilizantes y antioxidantes posibles, lo que lo hace muy poco parecido a lo que es originalmente el producto, que en este caso es pavo. Recordemos que de pavo sólo lleva el 50%, y alguno de ellos no llegan a este porcentaje.
Por eso siempre recomiendo el producto en sí, la pata de jamón, es decir, eso se ve que es un producto natural (con su necesaria conservación), pero que no es un producto diseñado con impresora 3D, es el producto procedente del animal, ¿hay algo más natural que eso? De esta manera nos aseguramos primeramente los ingredientes del alimento, y lo más importante, los nutrientes del mismo que no han sido ni modificados ni eliminados.
Muchas alergias o intolerancias alimentarias son difíciles de controlar porque somos incapaces de saber al 100% todos los alimentos procesados que los contienen, y para prueba, recurro otra vez al pavo, que como hemos podido comprobar, muchos de ellos contiene lactosa (hoy en día hay mucha gente “intolerante” a este azúcar), o personas celiacas que son alérgicas al gluten y muchos productos (muchos embutidos) contienen gluten…por lo que es fundamental recurrir a productos lo más naturales posibles en nuestro día a día, y si no queda otro remedio de tomar un “procesado”, intentar que sea lo más parecido al producto original, es decir, que el pavo contenga mínimo el 85% en carne.
Como conclusión decir que es fundamental tomar alimentos naturales y no sólo desde el punto de vista nutricional que hemos visto como se modifican, sino desde el organoléptico, al fin y al cabo, un producto de origen natural, sabe y huele como es, sin nada que lo distorsione.
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Ana Senata
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